Después de la devastación de casas y edificios producida por el fuerte sismo suscitado en Manabí y parte de Esmeraldas, del 16 de abril pasado, era necesaria la ayuda para iniciar el proceso de superar los temores y la sicosis individual y colectiva derivadas del evento telúrico.
Para aportar con la restauración del equilibrio emocional y psíquico se formó un equipo de trabajo, integrado por los sicólogos Carol Farah y Bertha Restrepo (Guayaquil) y Verónica Arteaga (Quito), miembros de la Escuela Gnóstica de Educación Continua del Ecuador, al que se sumaron los médicos Diego Herrera y Carmen Pino, quienes realizaron un extraordinario trabajo en la ciudad de Manta durante los días 13, 14 y 15 de mayo.
Con el trabajo de este extraordinario equipo de profesionales se dio asistencia a alrededor de 60 personas, entre las atenciones efectuadas en el local de la Escuela Gnóstica de Manta y la Fundación “Rostro de Jesús”, donde se realizó una labor de ayuda sicológica a personas albergadas en dicho sitio.
Pero si debemos ponderar y agradecer profundamente a Verónica, Carol, Bertha, Diego y Carmen -nuestros hermanos sicólogos y médicos que solidaria y gratuitamente se sumaron a esta tarea-, también debemos reconocer la labor de varias personas de que generosamente apoyaron esta cruzada humanitaria de manera silenciosa y diligente. ¡GRACIAS! a doña Yolanda, Karina y Ántony, de la familia Joza-González; a Beatriz y Juan Carlos Pino; a Alberto Zamorano y su esposa Anita; a Rosalba Macías, porque vuestro magnífico trabajo hizo posible que la brigada amiga pudiera tener éxito en su labor.

La tarea de ayuda para la restauración tanto emocional como sicológica de personas afectadas por el evento del 16 de abril continuó el domingo 21 de mayo. En esta oportunidad las Psicólogas Sandra Saltos y Ma. Dolores Paredes, con el apoyo del compañero Wilson Camba efectuaron una importante labor.
En el parque del barrio Las Acacias, las Psicólogas Sandra Saltos y Ma. Dolores Paredes atendieron gratuitamente a más de una decena de personas, entre adultos y niños, en los que el sismo dejó alguna huella en su psiquis.
Gracias apreciadas Sandrita y Loly.